martes, 9 de junio de 2009

Experiencias narcisistas

Ayer estuve trabajando por la mañana en el estudio, al principio todo era un auténtico desastre, mi cuerpo no me respondía y me detestaba a mi mismo hasta más no poder. Me dije, ¿qué está pasando? ¿Por qué no funciona? No tardé mucho en darme cuenta que estaba bailando frente al espejo, con sólo darme la vuelta, todo cambió. Estaba mucho más receptivo a la información que me enviaba mi cuerpo y lo que empezó siendo un desastre acabó convirtiéndose en una productiva mañana. Cuando volví a casa para comer y me puso a hojear la revista "Danser" me encontré con una entrevista a François Verret en la que decía lo siguiente:

"Los bailarines está a menudo encerrados en un cuerpo que se llama -historia de la danza- o -danza contemporánea-. Muy pocos salen ilesos de está experiencias narcisistas que les conducen muy a menudo a un callejón sin salida"

Pues sí, estoy totalmente de acuerdo. Es evidente que la disciplina de la danza constituye una experiencia narcisista completamente, pero, ¿no es demasiado a veces? A menudo nos vemos obligados (o nos obligan más bien) a trabajar en direcciones utópicas, en base a ideales prácticamente inexistentes y alejados totalmente de la realidad. Por desgracia, he oído muchos veces: "un bailarín tiene que formatear su cuerpo". ¿Formatear? Qué palabra más fea para hablar de un cuerpo. ¿Es eso la técnica de la danza? ¿Un bailarín no tiene alma? ¿Estamos hablando de una disciplina artística o de una competición deportiva?

Es evidente que para ser bailarín hay que seguir una disciplina, dominar una técnica y trabajar (¿modificar? ¿orientar? ¿guiar?) su cuerpo, una cosa es el movimiento libre y otra muy diferente la danza, es un proceso muy largo y costoso, no basta con hacer cuatro clases y ya creerse bailarín. Pero digo yo, no podríamos buscar una disciplina que sea igual de rigurosa que antaño pero que respete los diferentes cuerpos, que enseñe al bailarín a entender su propia morfología y a aceptarla, buscar una formación no estandar, sino dirigida a los individuos y al alma de estos. No podríamos definir técnica cómo disciplina que te permita controlar tu cuerpo y usarlo como quieras, remarcando "Tu Cuerpo" y no un cuerpo imaginario válido para los miles de bailarines que hay en el mundo.

Después de estás reflexiones, creo que así la danza seguría siendo una experiencia narcisista pero menos traumática, y mucho más bella.

Quitemos los espejos en los estudios y trabajemos con nuestro cuerpo, no con su imagen.

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